Papel y lapiz

Descubrí el amor de estar rodeado del pintoresco paisaje que me brinda la naturaleza. La increíble sensación de la tierra rodeando y engullendo mis pies descalzos, me hace sentir a gusto. La humedad del ambiente, acompañada de la brisa matutina, es tan espléndida. Me hace querer ser uno con ella.  Es regocijante escuchar los trinos de las aves, el canto agudo de los grillos y cigarras. Toda la fauna brindándome un magnífico concierto, inmortalizando aquellos sonidos en mis oídos.  Un entorno perfecto para encontrar paz y plenitud total.

Hoy finaliza un ciclo. Termina una historia que comenzó como un cuento. Una fantasía hecha realidad. Hasta cierto punto, fue así. Al fin y al cabo, solo un sueño aparentando ser una verdad. Y tarde o temprano, la inevitabilidad de ese hecho, les golpearia sus rostros con aquello que no se podía evadir. Su tiempo de vigencia, habia terminado. Llegó la hora jamás esperada. La inminente muerte para la dichosa relación les abordó. Nada ni nadie podía evitar ese hecho. La era de felicidad, se evaporó. El único recuerdo de su existencia, vivirá en sus memorias hasta que se diluyera en lo más profundo de su consciencia. Final de una era...

¿Podría aquel deseo de cuidarla y estar siempre para ella, convertirse en amor? Contemplarlo y tan solo pensarlo, producía un terror absoluto en mí. Acrecentando segundo a segundo el temor por perderla. No deseaba que las cosas cambiaran. No quería alejarla, si se presentaba ese momento. Por eso, no podía permitir exponernos a semejante situación. No valdría la pena perder algo tan bueno, solo por un tonto sentimiento efímero e incierto. Mis ganas de tenerla cerca de mí, serían mucho más grandes y fuertes, que cualquier sensación innecesaria y volátil. Tal como lo es, el inútil amor.  Un hipotético y nefasto enamoramiento,  jamás ocurriría. Mi  resolución lo impediría a todo costo, pues esta es mi convicción absoluta. Le niego el paso al amor. Su intromisión es repelida desde hoy.

Esa sensación que estrangula tu corazón y carcome tu alma, causando intranquilidad. La constante zozobra, se vuelve tan penetrante como viento helado atravesando tu ser. La Sensación de vacío se acrecenta, negándose a dejarte libre. Se aferra a ti como un virus sin control. Y aunque no lo admites abiertamente, te hiere, te destruye poco a poco. Pero, a pesar de todo, sabes que debes aprender a vivir con ello. No importa lo inevitable e inquietante que pueda ser. Vivirás con ello hasta lograr superarlo.